5 junio, 2023

Recuerdos del camino de la Bajada Virgen de los Reyes en el día que los herreños habrían estado de fiesta

Antonio Álamo Lima
CEEM, sábado, 3 de julio de 2021

Hoy sábado 3 de julio, en la isla de El Hierro estaría desarrollándose la Bajada de la Virgen de los Reyes en su edición número 70.

Muchos, los más jóvenes, y algunos mayores en condiciones físicas aceptables o más que aceptables, habrían estado dispuestos a recorrer a pie los casi 30 kilómetros que separan la Ermita, en la Dehesa, de la parroquia de la Concepción, en la Villa de Valverde, como corresponde hacerlo cada cuatro años para cumplir el voto dado por el pueblo en 1741: “con el mayor culto y veneración la conducirán a esta Villa que haya o no urgente necesidad”.

Desde hace 275 años, los herreños han ido cumpliendo con este compromiso votivo, con la excepción, según datos de expertos, del año de 1939 debido a la Guerra Civil española. Y este año de 2021, también se incumplió el voto cuando el pasado 14 de abril el obispo de la Diócesis de Tenerife, Bernardo Álvarez Afonso emitió un comunicado que anunciaba la suspensión de la LXX Bajada de la Virgen de los Reyes 2021, hasta la próxima que se celebraría en 2025. Una decisión tomada entre los responsables religiosos y civiles como consecuencia de la pandemia COVID-19.

A partir de ese momento, en El Hierro sigue la polémica acerca de la suspensión. Unos expresan que debió haberse efectuado en la fecha prevista, aunque sin aglomeraciones y sin las posteriores fiestas durante el tiempo que permaneciera en Valverde; otros consideran que lo procedente es aplazarla unos meses para cuando mejore la situación sanitaria. También los hay que opinan que correspondería hacerla próximo el año; otros que habría que esperar hasta que pasen los cuatro señalados en el voto; e incluso habrá otras muchas otras opiniones. Solo Dios y María sabrán cuando se llevará de nuevo a Nuestra Madre a Valverde en cumplimiento del voto que, de momento, fue quebrantado.

No pudo celebrarse la LXX Bajada de la Virgen de los Reyes, pero nuestra memoria, de momento, no ha borrado la mayor parte de los acontecimientos que se desarrollan en el trayecto que cada cuatro años hace el pueblo con su patrona en cumplimiento del voto dado en 1741 de celebrar la Bajada de la Virgen desde la Dehesa, hasta la parroquia de la Concepción en la Villa de Valverde

Desde el día anterior y hasta las 5 de la madrugada van llegado a La Dehesa devotos y romeros de la Madre Amada, procedentes de todos los pueblos. Unos residenciados en la isla y otros de diferentes lugares de Canarias, del resto de España e inclusive del exterior. 

Congregados entre brumas, vientos, y frío, mucho frío, antes de la salida de la imagen en los alrededores de la ermita, comparten anécdotas, recuerdos, chistes, efemérides.

A las 5 de la mañana comienza la jornada. El sacerdote de Valverde celebra la misa. El reloj marca las 6 cuando el grupo de bailarines de Sabinosa con pitos, chácaras  y tambores irrumpen en el templo en donde con toda emoción dan el primer grito que en las próximas horas se oirá constantemente: ”Viva la Virgen, Viva”. En ese instante Ella, a hombros de los pastores que la cuidan durante todo el año, junto a autoridades y miembros de la Cofradía, acompañados del repique de campanas, sale en silencio hacia su primera parada, la Piedra del Regidor. Allí, las poetas le ofrecen loas, “lobas” según el decir popular/campesino.

En ese punto arranca la fiesta, se incorporan los bailarines de Sabinosa que no dejarán de danzar hasta que llegan a su destino final en Valverde. Toca dirigirse a la cuesta del Crés. La subida nos permite ver el amanecer. Al comenzar a clarear el día, la imagen llega a La Gorona, donde, si hay suerte y la bruma hace un claro, María bendice el Valle del Golfo, desde el “letime” y de abajo le responden con voladores y repique de campanas.

A media mañana, una parada en la Cruz de Los Humilladeros. Lugar del primer descanso y ocasión para que algunos compartan bocadillo, generalmente de tortilla, chorizo o queso. Como siempre, se ven las botas de vino pasar de mano en mano para refrescar. Después, vuelta al camino.

Comienza el trayecto hacía los Llanos de Binto, a donde arriban los bailarines de El Pinar con su patrón San Antón para hacer la venía y unirse al corso de la Madre en esta “Raya”, la primera del recorrido. Aquí Sabinosa les cede el mando de la Virgen, para unidos dirigirse a la siguiente parada.

El próximo lugar en donde hay un descanso es el más esperado por todos, la Cruz de los Reyes. Antes pasan por la altura más elevada de la isla, el Pico de Malpaso, para dar comienzo al descenso y llegar a la mitad del camino.

Momentos emocionantes habrían vivido los herreños y visitantes en este punto del camino este 3 de julio. El especial acto de la venía realizado por los bailarines de la isla entera, junto a las loas de devotos, el tendido de manteles bajo los pinos y cedros y el compartir las viandas preparadas desde días anteriores, constituyen dos horas de descanso en donde nadie es extranjero, todos comparten sus alegrías, reina la armonía en este paraje singular, especialmente hermoso.

Y retorno a la caminada porque “por ver a la Madre Amada no siento la caminada”, una expresión popular que encierra el significado del fervor a la Virgen. Los bailarines de El Pinar y Sabinosa, levantan la imagen para entregarla a los de Frontera en la “Raya” de la cercana Hoya del Cepón.

Los danzantes de Sabinosa y El Pinar, unidos a los de Frontera conducen a La Madre Amada, hasta la raya de La LLanía. Allí, en medio de brezales centenarios, Frontera se encarga de entregar nuevamente la dirección a El Pinar que conduce por una bella carretera arbolada, pasando por el lado de “El bailadero de las brujas”, hacia la Raya de La Mareta, en donde se encuentran con el pueblo de Isora y su patrón San José.

Este es un lugar de máxima expectación, pues en ocasiones anteriores se han presentado incidentes a la hora de acordar sonidos los bailarines de las agrupaciones participantes. Estos rifirrafes siempre han sido corregidos con los consiguientes vítores y aplausos de los presentes. Y sigue la fiesta.

Bajo el control de Isora, la imagen recorre veredas de piedra y polvo hasta la raya de La Cruz del Niño. El pueblo de San Andrés o Asofa, toma el relevo y todos unidos llegan a las Cuatro Esquinas, sitio apropiado para otro refrigerio y reposo.

Emprenden viaje hasta Tejegüete. Antes de llegar a este punto, los bailarines de San Andrés entregan a los de los pueblos del norte que llegan acompañados de su patrón, San Pedro.

En la raya de Tejegüete, lugar también de ciertos problemas habituales, Valverde, la capital de la Isla, recibe la imagen para trasladarla a la Iglesia Matriz de La Concepción.

Al llegar a los límites de la población, las autoridades le dan la bienvenida a María de los Reyes, entre ellos se encuentra el alcalde quien coloca en sus manos el Bastón de Mando, la Patrona será “Alcaldesa” el tiempo que se encuentre en la Villa y pueblos de la isla, un mes aproximadamente, antes de su regreso a la Dehesa.

El sentimiento que embarga a un herreño en el momento de la entrada en la Iglesia de la Concepción, lleno de fieles expectantes por ver a la patrona es indescriptible. Cuando irrumpe la imagen en la puerta del santuario junto a los bailarines con el sonido de los tambores, pitos y chácaras, más el repique de campanas, lo que se “respira” es espiritualidad, es compenetración entre la Madre y sus fieles.

Aquí, los que acompañaron a María en su corso todo el camino terminan de derramar las pocas gotas de sudor que guardan sus cuerpos. Con el polvo recogido en sus rostros y ropas, y expresiones de alegría, depositan a la patrona frente al altar mayor para admiración de todos. En ese instante los herreños cumplieron con el voto heredado de sus antepasados: Trasladar a la Virgen de los Reyes desde su ermita en la Dehesa hasta la parroquia de la Concepción en la Villa de Valverde.

Este año no pudo ser, el tiempo dirá qué decisiones toman las autoridades correspondientes, después de oír las opiniones de los herreños. Nos mantendremos expectantes con la esperanza de que la interrupción de este año no se convierta en rutinaria y que la devoción a la Virgen de los Reyes prevalezca y permanezca entre los herreños.